No sé si a ti también te pasa, pero a veces veo una receta en internet que se repite por todas partes y pienso: «¿Será para tanto?». Eso fue exactamente lo que me ocurrió con estas galletas de yogur. Aparecían en blogs, en redes sociales… todo el mundo hablaba de ellas.
Al principio me resistí. ¿Galletas con yogur? Sonaba raro, pero la curiosidad pudo más que yo. Un día de aburrimiento decidí probarlas, más por escepticismo que por otra cosa. Y entonces ocurrió la magia.
Al primer bocado entendí la obsesión. No se parecen a ninguna otra galleta que haya probado. Son increíblemente suaves, con una humedad que sorprende y un sabor delicado que te deja pensando. Se deshacen en la boca de una forma que es casi adictiva.
Desde ese día, se convirtieron en un clásico en mi casa. Son mi receta de emergencia para cuando quiero algo dulce pero no tengo mantequilla, o simplemente cuando me apetece un capricho que sé que nunca falla.
Contenido
Sobre las calorías y esas cosas
Antes de meternos en harina, hablemos un momento de algo que a mí me interesó desde el principio. Cuando empecé a cuidar un poco más mi alimentación, me dio por analizar las recetas que más hacía, y estas galletas me sorprendieron gratamente.
Gracias a que llevan aceite en lugar de mantequilla y a la ligereza que aporta el yogur, cada galleta tiene un perfil más equilibrado de lo que parece. Hice un cálculo aproximado y cada una, dependiendo del tamaño, ronda las 130-150 calorías.
No son una ensalada, claro, pero para un capricho de media tarde o para acompañar el café, me parece una opción mucho más interesante que muchas otras galletas industriales. El chocolate amargo, además, le da ese toque de antioxidantes que siempre viene bien como excusa.
Lo que vamos a necesitar
Bueno, después de la charla técnica, vamos a lo divertido. Lo mejor de esta receta es que seguramente ya tienes casi todo en la despensa. No necesitas ingredientes extraños ni herramientas profesionales.
- 150 g de yogur natural. Yo uso uno sin azúcar y si puede ser, entero. La cremosidad que le da a la masa es fundamental. El griego también funciona, pero la masa queda un poco más densa.
- 120 gramos de azúcar. La normal, la blanca de toda la vida.
- 120 ml de aceite vegetal suave. Uno de girasol es perfecto. Le da humedad sin aportar un sabor que compita con el resto.
- Un chorrito de esencia de vainilla. No te cortes, una buena cucharadita le da un aroma increíble.
- 8 gramos de levadura en polvo (el impulsor tipo Royal). Es clave para que queden esponjosas.
- 380 gramos de harina de trigo común. La de todo uso, sin complicaciones.
- 200 g de chocolate amargo. Aquí está uno de los secretos. A mí me gusta comprar una tableta de buen chocolate y picarla en trozos irregulares. Es mucho mejor que las típicas chispas.
Manos a la obra: la preparación
Esta parte es casi terapéutica. Ver cómo unos pocos ingredientes se transforman en algo delicioso es una de las pequeñas alegrías de la vida.
Lo primero, siempre, es preparar el terreno. Enciendo el horno a 180°C y forro una bandeja con papel de hornear. Así me aseguro de que nada se pegue y la limpieza sea más fácil después.
En un bol grande, pongo el yogur y el azúcar. Con unas varillas manuales, lo mezclo bien hasta que el azúcar empieza a disolverse y la mezcla se ve suave. No hace falta batir en exceso, solo que se integren.
Luego añado el aceite y la vainilla. Sigo mezclando con las varillas hasta que tengo una emulsión homogénea. Es el momento en que la cocina empieza a oler de maravilla.
Ahora cambio las varillas por una espátula. Echo la harina y la levadura, que a veces tamizo si la veo con muchos grumos. Aquí el truco es no pasarse de batido. En cuanto la harina desaparece y no se ve seca, paro. Si mezclas demasiado, las galletas pueden quedar duras.
Por último, la mejor parte: el chocolate. Añado los trozos que he picado y los reparto por la masa con la espátula, con movimientos suaves.
Con la ayuda de dos cucharas, o una cuchara de helado si te quieres sentir profesional, voy formando bolitas del tamaño de una nuez. Las coloco en la bandeja, dejando espacio entre ellas porque en el horno se expanden y no queremos que se peleen por el sitio.
Las meto en el horno. En mi horno tardan unos 12 o 14 minutos. Sabrás que están listas cuando los bordes se ven ligeramente dorados y el centro parece cocido, ya no brilla como la masa cruda.
Cuando las saco, las dejo unos minutos en la misma bandeja caliente antes de pasarlas a una rejilla para que se enfríen del todo. Este paso es importante para que cojan la textura final.
Algunos secretos que he aprendido
Con el tiempo y después de varias hornadas, he descubierto un par de cosas que marcan la diferencia y que me hubiera gustado saber la primera vez.
La primera vez que las hice, las saqué demasiado pronto por miedo a que se quemaran. Quedaron un poco crudas por dentro. Ahora sé que el truco es fijarse en los bordes. Cuando ese borde dorado aparece, es la señal. No te fíes solo del tiempo.
Para guardarlas y que mantengan esa humedad tan característica, espero a que estén completamente frías y las meto en un recipiente hermético, de metal o de cristal. Aguantan perfectas varios días.
Una vez no tenía chocolate amargo y usé chocolate con leche y un puñado de nueces picadas. El resultado fue espectacular, mucho más dulce, ideal para los más golosos de la casa. También he probado a añadir ralladura de naranja a la masa, y el contraste cítrico con el yogur y el chocolate es de otro nivel.
La receta que se queda contigo
Al final, esta receta se ha convertido en mucho más que unas simples galletas. Es la prueba de que no hace falta complicarse la vida para crear algo memorable en la cocina.
Es ese olor que inunda la casa en una tarde de domingo, la cara de mis amigos cuando las prueban por primera vez y me piden la receta. Es el placer de disfrutar de algo hecho por ti, con ingredientes sencillos pero con un resultado que te hace sentir orgulloso.
Quizás eso es lo que las hace tan famosas: no es solo su sabor, sino la sensación de satisfacción que te dejan. Es la prueba de que, a veces, las obsesiones de internet sí que merecen la pena.
Si te gustó esta receta, aquí tienes otra que seguro te va a encantar
- Pastel Frío de Chocolate y Galletas
- Pastel frio con galletas Maria o mejor conocida como La Tarta
- Pastel Italiano Sin Horno (Receta de 12 Cucharadas)