Receta casera de salami de pollo

El Salami de Pollo Casero se distingue por ser una alternativa saludable y casera a los embutidos comerciales. Lo que hace especial a esta receta es la posibilidad de controlar completamente los ingredientes, evitando aditivos, conservantes artificiales y excesos de grasa o sal que suelen encontrarse en los productos industriales. Este salami es una opción nutritiva y deliciosa para aquellos que buscan una alimentación más consciente y natural.

La simplicidad de la receta es otro punto a destacar. Con ingredientes básicos y fáciles de encontrar, y utilizando utensilios comunes de cocina como una picadora de carne o un robot de cocina y un horno convencional, puedes elaborar un embutido de calidad en casa. No se requieren equipos sofisticados ni técnicas culinarias complejas.

Además, el Salami de Pollo Casero ofrece una gran versatilidad. Puedes personalizarlo a tu gusto, ajustando las especias y hierbas aromáticas para crear sabores únicos y adaptados a tus preferencias. Desde un sabor clásico y suave hasta opciones más picantes o exóticas, las posibilidades son infinitas.

Finalmente, preparar tu propio salami de pollo en casa es una experiencia gratificante y económica. No solo disfrutarás de un alimento delicioso y saludable, sino que también aprenderás una nueva habilidad culinaria y ahorrarás dinero en comparación con la compra de embutidos procesados. El Salami de Pollo Casero es una forma de conectar con la cocina tradicional y de disfrutar del sabor auténtico de los alimentos hechos en casa.

Salami de Pollo Casero: Historia revelada

El salami, como embutido curado, tiene una larga y rica historia que se remonta a la antigüedad. Originario de la Europa mediterránea, se cree que el salami tiene sus raíces en la antigua Roma, donde se utilizaban técnicas de conservación de la carne mediante salazón y secado al aire para alimentar a las legiones y a la población durante todo el año.

Tradicionalmente, el salami se elaboraba con carne de cerdo, aunque con el tiempo surgieron variaciones utilizando otras carnes como vacuno, cordero o caza. El proceso de elaboración del salami tradicional implica la molienda de la carne, la mezcla con sal, especias y hierbas aromáticas, el embutido en tripa natural y un largo proceso de curación que puede durar semanas o incluso meses.

La idea de elaborar salami con carne de pollo es una adaptación más moderna, probablemente surgida en respuesta a la creciente demanda de opciones más saludables y bajas en grasa en comparación con el salami de cerdo tradicional. El pollo, al ser una carne magra y versátil, se presenta como una excelente alternativa para crear embutidos más ligeros y aptos para un público más amplio.

El Salami de Pollo Casero, tal como se presenta en esta receta, simplifica el proceso tradicional del salami curado, eliminando la necesidad de tripa natural y el largo tiempo de curación. En su lugar, se utiliza film transparente y papel de aluminio para dar forma al embutido, y la cocción se realiza en horno o al vapor, reduciendo significativamente el tiempo de preparación y haciéndolo accesible a cualquier persona en su propia cocina. Esta receta representa una reinterpretación contemporánea del salami, adaptada a los gustos y necesidades actuales, pero manteniendo la esencia del sabor y la tradición de los embutidos artesanales.

Ingredientes clave esenciales para Salami de Pollo Casero

Para lograr un Salami de Pollo Casero delicioso y con la textura adecuada, es fundamental comprender el papel de cada ingrediente clave. La calidad de los ingredientes y la proporción adecuada son esenciales para conseguir un embutido sabroso, jugoso y con un sabor auténtico.

La Carne de muslos de pollo es la base proteica y el ingrediente principal de este salami. Se recomienda utilizar muslos de pollo deshuesados y sin piel por su mayor contenido de grasa en comparación con la pechuga. La grasa es fundamental para aportar jugosidad, sabor y una textura suave al salami. La carne de muslo, al ser más sabrosa y jugosa que la pechuga, resulta ideal para este tipo de embutido. Puedes utilizar muslos de pollo enteros y deshuesarlos y despellejarlos tú mismo, o comprarlos ya preparados en la carnicería o supermercado para mayor comodidad. Es importante utilizar carne de pollo fresca y de buena calidad para asegurar un sabor óptimo.

La Sal de mesa es un ingrediente crucial en la elaboración de cualquier embutido. La sal cumple múltiples funciones: conservante natural, potenciador del sabor, regulador de la humedad y ligante de la proteína. La sal ayuda a extraer las proteínas de la carne, lo que permite que la mezcla se ligue y forme una masa compacta. Además, la sal inhibe el crecimiento de bacterias no deseadas y contribuye a la conservación del salami. Es importante utilizar la cantidad adecuada de sal indicada en la receta, ya que tanto la falta como el exceso pueden afectar negativamente el resultado final.

La Nata fría (30% de grasa) es un ingrediente clave para aportar cremosidad, jugosidad y una textura suave al salami. La nata fría, al tener un alto contenido de grasa, ayuda a ligar la mezcla y evita que el salami quede seco y desmenuzable durante la cocción. Es fundamental que la nata esté muy fría al momento de mezclarla con la carne, ya que esto facilita la emulsión y la correcta integración de los ingredientes. Puedes utilizar nata para cocinar con un mínimo de 30% de materia grasa o nata para montar (crema de leche) sin montar. Evita utilizar nata ligera o leche, ya que no aportarán la misma cremosidad y el salami podría quedar seco.

El Ajo seco es una especia aromática fundamental para aportar sabor y aroma característicos al salami. El ajo complementa muy bien el sabor del pollo y realza el conjunto de especias. En esta receta se utiliza ajo seco en polvo por su comodidad y fácil distribución en la mezcla, pero puedes utilizar ajo fresco finamente picado si lo prefieres. Si utilizas ajo fresco, añade aproximadamente 1 diente de ajo pequeño por cada kilogramo de carne.

La Pimienta negra molida es una especia básica y esencial en la elaboración de embutidos. La pimienta negra aporta sabor picante, aroma intenso y un toque de complejidad al salami. Se recomienda utilizar pimienta negra recién molida para un sabor más fresco y aromático, aunque la pimienta negra molida envasada también funciona. Puedes ajustar la cantidad de pimienta negra al gusto si prefieres un salami más o menos picante.

La Pimienta de Jamaica es una especia aromática que aporta un sabor cálido, complejo y ligeramente dulce al salami. La pimienta de Jamaica, también conocida como allspice o pimienta dulce, combina notas de clavo, canela y nuez moscada, lo que la convierte en una especia ideal para embutidos y platos de carne. Utiliza pimienta de Jamaica molida o muele granos enteros de pimienta de Jamaica en un molinillo de especias para un sabor más fresco.

El Cilantro molido es una especia aromática que aporta un sabor cítrico, fresco y ligeramente herbáceo al salami. El cilantro complementa muy bien el sabor del pollo y equilibra la intensidad de otras especias como la pimienta negra y el pimentón. Utiliza cilantro molido de buena calidad y verifica su frescura para un aroma más intenso.

El Pimentón es una especia derivada de pimientos secos y molidos que aporta color rojo, sabor ligeramente dulce y un toque ahumado (dependiendo del tipo de pimentón). El pimentón contribuye a la complejidad aromática del salami y realza su atractivo visual. Puedes utilizar pimentón dulce, pimentón ahumado (dulce o picante) o una mezcla de ambos, según tu preferencia de sabor. El pimentón ahumado aportará un toque extra de sabor y aroma que recuerda al salami tradicional.

Reuniendo los ingredientes para Salami de Pollo Casero

Para preparar un delicioso Salami de Pollo Casero de aproximadamente 1.5 kg, necesitarás reunir los siguientes ingredientes. La calidad de las especias y la frescura de la carne son importantes para el éxito de esta receta, así que elige ingredientes de buena calidad.

  • Carne de muslos de pollo: 1 kg 200 g de muslos de pollo deshuesados y sin piel. Puedes utilizar muslos de pollo enteros y deshuesarlos y despellejarlos tú mismo, o comprar muslos de pollo ya deshuesados y sin piel para mayor comodidad.

  • Sal: 15 g de sal de mesa (aproximadamente 2.5 cucharaditas rasas). Utiliza sal fina de mesa común.

  • Nata fría: 70 g de nata fría para cocinar (mínimo 30% de grasa) o nata para montar (crema de leche) sin montar. Asegúrate de que la nata esté muy fría antes de usarla.

  • Ajo seco: 1 g de ajo seco en polvo (aproximadamente 1/2 cucharadita rasa). Puedes utilizar ajo seco granulado o en polvo fino.

  • Pimienta negra: 1 g de pimienta negra molida (aproximadamente 1/2 cucharadita rasa). Se recomienda utilizar pimienta negra recién molida para un mejor sabor.

  • Pimienta de Jamaica: 1 g de pimienta de Jamaica molida (aproximadamente 1/2 cucharadita rasa). Puedes utilizar pimienta de Jamaica molida o moler granos enteros en un molinillo de especias.

  • Cilantro: 1 g de cilantro molido (aproximadamente 1/2 cucharadita rasa). Utiliza cilantro molido de buena calidad y verifica su frescura.

  • Pimentón: 2 g de pimentón dulce o pimentón ahumado (aproximadamente 1 cucharadita rasa). Puedes utilizar pimentón dulce, pimentón ahumado o una mezcla de ambos, según tu preferencia.

  • Film transparente: Cantidad suficiente para envolver el salami. Utiliza film transparente resistente al calor si vas a cocer el salami al vapor.

  • Papel de aluminio: Cantidad suficiente para envolver el salami (opcional, pero recomendado para mayor seguridad y forma). Utiliza papel de aluminio resistente.

Pasos sin complicaciones para Salami de Pollo Casero

Preparar Salami de Pollo Casero es un proceso sencillo que puedes realizar en casa siguiendo estos pasos detallados. La clave está en la correcta preparación de la carne, la mezcla homogénea de los ingredientes y la cocción adecuada para lograr un embutido delicioso y seguro.

Paso 1: Preparar el pollo. Si utilizas muslos de pollo con hueso y piel, deshuesa y despelleja los muslos cuidadosamente. Corta la carne de pollo en trozos pequeños de aproximadamente 2-3 cm de lado. Cortar la carne en trozos pequeños facilita el proceso de molienda y asegura una textura más fina en el salami.

Paso 2: Triturar el pollo. Utiliza una picadora de carne o un robot de cocina equipado con cuchillas para picar carne. Tritura los trozos de pollo en tandas, pulsando intermitentemente hasta obtener una pasta fina y homogénea, similar a carne picada muy fina o pasta de carne. Es importante no sobre procesar la carne, ya que podría calentarse demasiado y afectar la textura final del salami. Si no tienes picadora de carne o robot de cocina, puedes pedirle a tu carnicero que te pique la carne de muslo de pollo o utilizar un cuchillo muy afilado para picar la carne lo más finamente posible.

Paso 3: Mezclar los ingredientes. En un bol grande, coloca la carne de pollo molida. Añade los 15 g de sal de mesa, los 70 g de nata fría, 1 g de ajo seco, 1 g de pimienta negra molida, 1 g de pimienta de Jamaica, 1 g de cilantro molido y 2 g de pimentón.

Paso 4: Integrar los ingredientes. Mezcla los ingredientes con las manos limpias o con una espátula de silicona, trabajando la mezcla hasta que todos los ingredientes estén bien incorporados y distribuidos de manera uniforme en la carne. Asegúrate de que la nata fría se integre completamente en la mezcla, creando una masa homogénea y ligeramente pegajosa. Amasar ligeramente la mezcla durante unos minutos ayuda a ligar las proteínas de la carne y mejora la textura del salami.

Paso 5: Dar forma al salami con film transparente. Extiende un trozo grande de film transparente sobre una superficie plana, como una tabla de cortar o la encimera. Coloca la mezcla de pollo en el centro del film transparente, dándole forma alargada de tronco o cilindro con las manos.

 

Paso 6: Enrollar y sellar con film transparente. Enrolla el film transparente alrededor de la mezcla de pollo, apretando bien para compactar la masa y darle forma cilíndrica al salami. Asegúrate de que no queden burbujas de aire dentro del envoltorio. Retuerce los extremos del film transparente como si fuera un caramelo y átalos firmemente para sellar el salami y mantener su forma durante la cocción. Si quieres una forma más uniforme, puedes utilizar un trozo de cartón o tubo de papel de cocina para ayudarte a enrollar el salami de forma cilíndrica.

 

Paso 7: Reforzar con papel de aluminio (opcional). Para mayor seguridad y para asegurar una forma más definida, envuelve el salami ya envuelto en film transparente con una capa de papel de aluminio. Enrolla el papel de aluminio apretando bien y retuerce y sella los extremos, siguiendo el mismo proceso que con el film transparente. El papel de aluminio ayudará a mantener la forma del salami durante la cocción y evitará que se deforme o se rompa el film transparente.

 

Paso 8: Precalentar el horno. Precalienta el horno a 180°C (350°F). Asegurar que el horno esté a la temperatura adecuada antes de introducir el salami garantiza una cocción uniforme.

Paso 9: Hornear el salami. Coloca el salami de pollo envuelto en una bandeja de horno. Hornea en el horno precalentado durante 60-70 minutos. El tiempo de cocción puede variar ligeramente según el horno y el grosor del salami. Para asegurarte de que el salami está completamente cocido, puedes medir la temperatura interna con un termómetro de cocina; debe alcanzar al menos 75°C (165°F) en el centro.

 

Paso 10: Cocinar al vapor (alternativa). Si prefieres cocer el salami al vapor, llena una olla grande con agua y llévala a ebullición. Coloca el salami de pollo envuelto en una vaporera o cesta de vapor sobre el agua hirviendo (asegurándote de que el salami no toque el agua directamente). Tapa la olla y cuece al vapor durante 60-70 minutos, o hasta que el salami esté completamente cocido y alcance una temperatura interna de al menos 75°C (165°F). Asegúrate de que el nivel de agua en la olla no baje demasiado durante la cocción al vapor; añade más agua hirviendo si es necesario.

Paso 11: Enfriar el salami. Una vez cocido, retira el salami del horno o de la vaporera y colócalo sobre una rejilla para que se enfríe completamente a temperatura ambiente. El enfriamiento completo es importante para que el salami se asiente y adquiera la textura adecuada para cortar.

 

Paso 12: Refrigerar el salami (opcional). Para una textura más firme y para facilitar el corte en lonchas finas, puedes refrigerar el salami enfriado en el refrigerador durante al menos 2-3 horas o durante toda la noche antes de desenvolverlo y cortarlo. Refrigerar el salami también ayuda a mejorar su conservación y seguridad alimentaria.

Paso 13: Desenrollar y cortar. Una vez que el salami esté completamente frío (y refrigerado opcionalmente), retira el film transparente y el papel de aluminio. Corta el salami en lonchas finas con un cuchillo afilado o una cortadora de embutidos. Puedes cortar el salami en rodajas rectas o en rodajas diagonales para una presentación más atractiva.

 

Paso 14: Servir y disfrutar. Sirve tu Salami de Pollo Casero frío o a temperatura ambiente. Disfrútalo en sándwiches, bocadillos, tablas de embutidos, ensaladas, pizzas o como aperitivo. El salami de pollo casero es delicioso por sí solo o acompañado de mostaza, mayonesa, pan, galletas saladas, quesos, aceitunas y otros ingredientes de tu elección. ¡Buen provecho!

Secretos de chefs expertos para Salami de Pollo Casero excepcional

Para elevar tu Salami de Pollo Casero a un nivel superior, digno de un chef, considera estos secretos y consejos de expertos que marcarán la diferencia en sabor, textura y presentación. Pequeños detalles que transforman un salami casero sencillo en una delicia gourmet.

Secreto 1: Carne de muslo de pollo de calidad superior. Utiliza muslos de pollo frescos y de la mejor calidad posible. La calidad de la carne influye directamente en el sabor y la textura del salami. Elige muslos de pollo de corral o campero si es posible, ya que suelen tener más sabor y mejor textura que el pollo industrial. Verifica que la carne tenga un color rosado brillante, un olor fresco y no presente signos de deterioro.

Secreto 2: Nata muy fría para una emulsión perfecta. Asegúrate de que la nata esté extremadamente fría antes de incorporarla a la mezcla de carne. La nata fría ayuda a crear una emulsión estable con la grasa de la carne, lo que resulta en un salami más jugoso, suave y con una mejor textura. Refrigera la nata en el congelador durante unos 15-20 minutos antes de usarla (sin que llegue a congelarse) o utiliza nata recién sacada del refrigerador.

Secreto 3: Moler la carne dos veces para una textura más fina. Para obtener una textura de salami más fina y homogénea, muele la carne de pollo dos veces. Después de moler la carne una vez, vuelve a pasarla por la picadora de carne o el robot de cocina para refinar aún más la textura. Moler la carne dos veces ayuda a romper las fibras musculares y a crear una pasta de carne más suave y uniforme, ideal para embutidos tipo salami.

Secreto 4: Probar y ajustar las especias antes de envolver. Antes de dar forma y cocer el salami, prueba una pequeña porción de la mezcla de carne cruda para ajustar las especias al gusto. Toma una pequeña cantidad de mezcla, cocínala rápidamente en una sartén o en el microondas y pruébala. Ajusta la sal, la pimienta u otras especias según sea necesario para lograr el sabor deseado. Ajustar las especias antes de envolver y cocer el salami te permite personalizar el sabor y asegurarte de que esté perfecto a tu gusto.

Secreto 5: Compactar bien la mezcla al dar forma al salami. Al dar forma al salami con film transparente y papel de aluminio, asegúrate de compactar la mezcla de carne lo más posible para eliminar bolsas de aire y crear un cilindro firme y denso. Compactar bien la mezcla ayuda a evitar que el salami se desmorone al cortarlo y mejora su textura general. Presiona firmemente la mezcla mientras enrollas el film transparente y el papel de aluminio, y retuerce los extremos con fuerza para sellar el salami de forma hermética.

Secreto 6: Cocción lenta y a temperatura controlada para evitar que se seque. Hornea o cuece al vapor el salami a temperatura moderada (180°C en horno o vapor suave) y durante el tiempo necesario para que se cocine completamente por dentro sin que se seque por fuera. Una cocción lenta y a temperatura controlada ayuda a mantener la jugosidad del salami y evita que la proteína se endurezca. Utiliza un termómetro de cocina para controlar la temperatura interna del salami y asegurarte de que alcance al menos 75°C (165°F) en el centro.

Secreto 7: Reposo en refrigeración para asentar sabores y mejorar la textura. Después de cocer y enfriar el salami a temperatura ambiente, refrigéralo en el refrigerador durante al menos 2-3 horas o durante toda la noche antes de cortarlo y servirlo. El reposo en refrigeración permite que los sabores se asienten y se mezclen mejor, y mejora la textura del salami, haciéndola más firme y fácil de cortar en lonchas finas. Refrigerar el salami también ayuda a mejorar su conservación y seguridad alimentaria.

Errores comunes a evitar al preparar Salami de Pollo Casero

Incluso una receta relativamente sencilla como el Salami de Pollo Casero puede presentar algunos desafíos si no se presta atención a ciertos detalles. Conocer los errores más comunes te ayudará a evitarlos y a lograr resultados perfectos en cada ocasión.

Error 1: Utilizar carne de pollo de mala calidad o inadecuada. Utilizar carne de pechuga de pollo en lugar de muslo, o carne de pollo que no sea fresca o esté en mal estado, puede afectar negativamente el sabor y la textura del salami. Asegúrate de utilizar carne de muslo de pollo fresca y de buena calidad, preferiblemente deshuesada y sin piel. Evita utilizar carne de pollo congelada o que haya estado almacenada durante mucho tiempo.

Error 2: No utilizar nata lo suficientemente fría. Utilizar nata tibia o a temperatura ambiente en lugar de nata muy fría puede dificultar la emulsión y resultar en un salami seco y con una textura grasa separada. Asegúrate de que la nata esté muy fría antes de mezclarla con la carne y refrigérala en el congelador durante unos minutos si es necesario para asegurarte de que esté bien fría.

Error 3: Sobre procesar la carne al moler. Moler la carne en exceso o durante demasiado tiempo puede calentarla y alterar su textura, resultando en un salami con una textura gomosa o poco agradable. Muele la carne de pollo en tandas cortas, pulsando intermitentemente y deteniéndote cuando la carne esté finamente picada, pero sin llegar a calentarse demasiado. Si la picadora de carne o el robot de cocina se calienta mucho, deja que se enfríe un poco antes de continuar moliendo.

Error 4: No mezclar bien los ingredientes. No integrar completamente las especias y la nata en la carne molida puede resultar en un salami con un sabor desigual y una textura poco homogénea. Asegúrate de mezclar bien todos los ingredientes hasta que estén completamente incorporados y distribuidos de manera uniforme en la carne molida. Amasar ligeramente la mezcla con las manos ayuda a asegurar una integración completa y una mejor textura.

Error 5: No compactar la mezcla al dar forma al salami. No compactar la mezcla de carne al envolverla en film transparente y papel de aluminio puede resultar en un salami con bolsas de aire y una forma irregular. Asegúrate de compactar bien la mezcla de carne mientras la enrollas en el envoltorio, presionando firmemente para eliminar el aire y darle forma cilíndrica y densa al salami.

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