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Receta de panqueques de yogur de manzana

Todo empezó un sábado por la mañana. De esos en los que te levantas sin prisa, abres la nevera buscando inspiración y te encuentras con el eco. Solo quedaba una manzana algo arrugada, un yogur natural que pedía a gritos ser utilizado y el huevo solitario de siempre.

No era el panorama más prometedor para un desayuno de fin de semana, pero la idea de tener que vestirme para ir a comprar me daba una pereza terrible.

Así que decidí improvisar. Pensé, ¿qué es lo peor que puede pasar? Y sin darme cuenta, estaba a punto de crear lo que se convertiría en el desayuno favorito de mi casa.

El valor nutricional que me sorprendió

Cuando empecé a cuidar un poco más lo que comía, una de las primeras cosas que hice fue calcular las calorías de mis platos habituales. Me llevé una alegría al descubrir que una porción generosa de estos panqueques, unos dos o tres, ronda las 200 calorías.

La clave está en la manzana. Su dulzor natural hace que apenas necesite añadir azúcar, a veces solo una cucharadita por puro vicio. Además, la fruta aporta fibra, y el yogur, proteínas.

Es un desayuno que te deja satisfecho, con energía, pero sin esa sensación de pesadez que a veces acompaña a los desayunos más contundentes. Se siente como un capricho, pero uno que no te hace sentir culpable.

Ingredientes para esta receta

Lo que me encanta de esta receta es que no requiere una lista de la compra planificada. La mayoría de las veces, ya tengo todo en casa.

Vas a necesitar una manzana mediana. A mí me gusta la Fuji o la Gala porque son dulces y jugosas, pero he probado con Granny Smith y ese toque ácido queda espectacular. La verdad es que cualquiera sirve.

Un huevo grande, que si te acuerdas de sacarlo un rato antes de la nevera, mejor. Unas dos cucharadas de azúcar, aunque esto va totalmente al gusto. Y una pizca de sal, que siempre potencia los sabores.

El ingrediente estrella junto a la manzana es el yogur natural. Unos 150 gramos, más o menos. Uso el que no tiene azúcar. Le da una esponjosidad y una humedad a la masa que es increíble.

Y por último, la harina de trigo común, unos 140 gramos, y media cucharadita de polvo para hornear. Nada de harinas especiales ni complicaciones.

Preparando la masa paso a paso

Lo primero que hago es preparar la manzana. La pelo y la rallo con los agujeros grandes del rallador. Me gusta encontrarme esos trocitos en el panqueque, le da una textura muy casera.

En un bol grande, bato el huevo con el azúcar y la sal. No hace falta batir mucho, solo hasta que se mezclen bien. Después, añado el yogur y lo integro todo.

En otro recipiente pequeño mezclo la harina con el polvo para hornear. Esto es importante para que los panqueques suban de manera uniforme.

Ahora viene un punto clave que aprendí a la mala. Añado la mezcla de harina al bol de los ingredientes húmedos, pero remuevo lo justo y necesario. Con una espátula, con movimientos suaves, hasta que la harina desaparece.

La primera vez que los hice, batí la masa en exceso buscando que quedara perfectamente lisa. El resultado fue un desastre: unos panqueques duros y chiclosos. La masa tiene que tener grumos, es la señal de que van a quedar esponjosos.

Finalmente, incorporo la manzana rallada con cuidado. La masa que se forma es bastante espesa, no te asustes. No es la típica masa líquida de los panqueques americanos. Es densa, y eso es exactamente lo que buscamos.

El momento de la sartén

Caliento una buena sartén antiadherente a fuego medio. Es importante que la sartén esté ya caliente antes de echar la masa. Le pongo un poquito de mantequilla o aceite, lo justo para engrasarla.

Con una cuchara grande, voy poniendo porciones de masa. Unas dos o tres cucharadas por panqueque está bien. No los hago muy grandes para poder darles la vuelta fácilmente.

Se cocinan unos 2 o 3 minutos por cada lado. Sabrás que es momento de darles la vuelta porque los bordes empiezan a verse cocidos y opacos. En esta masa tan densa no siempre salen muchas burbujas en la superficie, así que hay que fiarse más de los bordes.

Los retiro a un plato y sigo con el resto de la masa. Todo el proceso, desde que pelo la manzana hasta que me siento a la mesa, no me lleva más de 20 minutos. Es un desayuno rápido de verdad.

Consejos y variaciones personales

Con el tiempo, he ido añadiendo pequeños toques a la receta. A veces, junto con la harina, añado un cuarto de cucharadita de canela en polvo. La combinación de manzana y canela es simplemente perfecta, sobre todo en días fríos.

Un día que tenía unas nueces abiertas, se me ocurrió picar un puñadito y añadirlo a la masa. El contraste de la textura crujiente con la esponjosidad del panqueque fue un descubrimiento maravilloso. También funciona con pasas.

Para servirlos, mis hijos siempre piden un chorrito de sirope de arce o miel. Yo, sin embargo, muchas veces los prefiero tal cual, recién salidos de la sartén. O como mucho, con una cucharada extra de yogur por encima para un toque fresco.

¿Y si sobran? Así los conservo

Es raro que en mi casa sobren, pero si alguna vez pasa, se guardan de maravilla. Espero a que se enfríen por completo y los meto en un recipiente hermético en la nevera. Aguantan perfectamente un par de días.

Para recalentarlos, el truco que mejor funciona es meterlos directamente en la tostadora. Quedan como recién hechos, un poco crujientes por fuera y tiernos por dentro. También se pueden congelar, separándolos con papel de horno para que no se peguen.

Es curioso cómo esta receta, que nació de la improvisación y de las sobras de la nevera, se ha convertido en un ritual de fin de semana.

Ya no es solo un plato para salir del paso, es una pequeña tradición. Quizás eso es lo que hace que un plato sea especial, no tanto los ingredientes o la técnica, sino las historias y los momentos que se cocinan junto a él.

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