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La masa para sorrentinos que hago desde que aprendí a no tener prisa

Siempre pensé que hacer pasta casera era cosa de abuelas o de chefs muy profesionales. Me equivocaba. La primera vez que me animé a preparar sorrentinos desde cero, la masa fue mi primer gran desafío. Tardé, me frustré, pero el resultado valió cada minuto. Esta es la base de mis sorrentinos, la masa que me enseñó paciencia y me hizo darme cuenta de que la magia de la cocina está en el proceso, no solo en el resultado.

Manos a la masa: la mezcla y el amasado

Para empezar esta pequeña aventura, solo necesitas cosas básicas que seguramente ya tienes en tu cocina. En un bol amplio, pongo unas dos tazas de harina de trigo. No soy súper estricto con la marca, uso la que tengo, pero que sea buena. Le añado una pizca de sal para que la masa tenga algo de sabor desde el principio.

Hago un hueco en el centro, como si fuera un volcán -sí, como cuando éramos niños- y ahí rompo un par de huevos. Intento que estén a temperatura ambiente, creo que se integran mejor, pero si los saco directo de la nevera tampoco se acaba el mundo. Luego, un chorrito de aceite de oliva, como una cucharada. Esto le da elasticidad y ayuda a que quede suave.

Empiezo a mezclar con un tenedor, desde el centro hacia afuera, incorporando la harina poco a poco. Cuando la cosa se pone más dura, dejo el tenedor y meto las manos. Aquí empieza lo bueno. Uno todo hasta que se forme una masa pegajosa al principio.

Paso la masa a la encimera, un poco enharinada, y aquí empieza el trabajo de verdad… y el ejercicio. Amaso durante unos cinco a diez minutos. Es un trabajo que cansa un poco las manos, pero es casi terapéutico. Es mi momento para pensar o simplemente poner música y desconectar del mundo. Al principio me costaba encontrar el punto, a veces le ponía mucha agua si la notaba seca y se hacía un desastre pegajoso; otras mucha harina y quedaba dura. La clave es amasar hasta que esté suave, elástica, y no se pegue a los dedos. Si la notas muy seca, un poquito de agua, pero con cuidado, solo una cucharadita cada vez. Si se pega, un poquito más de harina, igual, de a poco.

El merecido descanso (para ella y para mí)

Una vez que la masa está lisa y preciosa después del amasado, hago una bolita con ella, bien lisa, y la tapo. Puede ser con un paño limpio o, mi truco favorito, envolverla bien en papel film para que no se seque nada. Y ahora, paciencia. Tiene que descansar al menos media hora. Este reposo es súper importante porque relaja el gluten y hace que sea muchísimo más fácil estirar la masa después. Mientras ella se relaja, yo aprovecho para preparar el relleno o simplemente tomar un café y recuperar el aliento.

Estirar y dar forma a los futuros sorrentinos

Después del descanso, la masa está lista para ser estirada. Normalmente divido la bola en dos o tres partes para que sea más manejable. Cojo una parte y, con el rodillo, ¡a darle! Hay que estirar hasta que quede bien finita. Que casi puedas ver a través de ella, pero sin que se rompa, ese es el punto.

Una vez estirada, es hora de darle forma. Uso un cortador redondo, pero he visto gente usar vasos de boca ancha y funciona perfecto. Corto círculos del tamaño que quiero que tengan mis sorrentinos.

El corazón de la pasta: rellenar y cerrar

Ahora viene la parte donde la masa se convierte en sorrentino. Pongo una cucharadita generosa del relleno que haya preparado justo en el centro de cada círculo de masa. No hay que poner demasiado o se saldrá, pero tampoco muy poquito.

Humedezco el borde de uno de los círculos con un dedo mojado en agua. Esto es clave para que la tapa se pegue bien y no se abran al cocinar. Tapo con otro círculo de masa. Aprieto bien los bordes con los dedos para sellar, asegurándome de sacar el aire de dentro. Y luego, para darle ese toque rústico que me encanta y asegurarme de que queden bien cerrados, uso un tenedor para presionar todo el borde.

El baño final antes del abrazo de la salsa

Ya tenemos nuestros sorrentinos listos para ir a la olla. Pongo una grande con agua y sal a hervir. Cuando el agua esté burbujeando fuerte, los echo con cuidado. Es mejor no cocinar demasiados a la vez para que no se peguen y el agua no baje mucho de temperatura.

لا tardan nada en estar listos. Es increíble. En unos cuatro a seis minutos suben a la superficie y ya sabes que están pidiendo salir.

Sacarlos del agua، añadirles mi salsa favorita sensación igual. Cada bocado de estos sorrentinos caseros، hechos con esta masa simple pero perfecta، sabe a tiempo، a esfuerzo y a ese pequeño orgullo de haberlos hecho con mis propias manos. Es un plato que no es solo comida، es una pequeña parte de mi historia en la cocina.

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